martes, 29 de abril de 2014

Adiós, Iria

Adiós pequeña Iria
Hice lo que pude pero no había manera de hacerlo sin que ambas sufriéramos.
Hoy he tomado la primera pastilla.
Llorando y con hipo.
Y ya noto como te marchas.
Lo siento.
Creo que es lo mejor para las dos.
Me habría gustado abrazarte.
Te querré siempre.

Psicoterapia

Ayer fui a la primera sesión de psicoterapia.
Nunca he creído demasiado en éstas cosas.
Siempre he pensado que un psicoterapeuta te dice, más o menos, en mayor o menor medida, lo que quieres escuchar.
Incluido aquello de que mi mejor psicóloga soy yo misma.
Pero me sorprendí.
No me dijo nada.
Se limitó a escucharme.
Y me sorprendí a mi misma, siendo aquello que jamás habría querido ser.
El claro perfil de una mujer maltratada.
Una mujer anulada.
Una mujer que ha anulado todos sus botones de alarma, porque depende de lo que hiciera o dijese, era tachada de loca o de lunática.
Una mujer que se ha encontrado haciendo cosas que no quería.
Yendo a sitios que no quería.
Porque ha olvidado como decirle no a él.
Porque ya no sabe como decirle no.
Hoy quería acompañarme a la clínica.
Le he dicho hasta en cuatro ocasiones que no lo hiciera.
El respeto comienza por respetar lo que te piden.
O al menos, siempre he creído eso.
Pero a mi nunca me ha respetado.
Nunca me he sentido respetada.
Me he sentido invadida, colonizada, muchas cosas, pero jamás respetada.
Me he convertido en una mujer dependiente.
Llorosa.
Quejicosa.
Que somatiza su ansiedad en forma de enfermedades, como el asma, o las migrañas.
Dice la psicoterapeuta que puede ayudarme.
Que va a ayudarme a identificar todos estos factores antes de que ocurran.
Para que ya no pase más.
Que me va a reeducar cognitiva y conductualmente, para interpretar las señales, y salir huyendo.
Dejar de ayudar a quién no requiere mi ayuda.
Y conseguir vivir una vida feliz y plena.
Se lo he dicho a él, estaba obsesionado con poder ayudarme.
Le dije ¿quieres ayudarme? No le hagas a nadie más lo que me has hecho a mí.
Y es que parece mentira (incluso a mí), que alguien tan aparentemente encantador, amigo de sus amigos, haya hecho esto.
Me haya hecho esto.
Y yo, me haya anulado hasta el punto, de creerme menos que él.
De creer que de verdad que me quería.
Cuando lo que hacía era proyectar todas sus inseguridades y miedos en mi.
Espero poder recuperarme de esto, aunque quién sabe lo que tardaré.
Quién sabe cuando volveré a ser la Amalia feliz, que sonreía por el simple hecho de ver brillar el sol y que miraba el futuro con esperanza.
Estoy dispuesta a reencontrarme con mi yo interior, sanarme, curarme y seguir hacia delante.
Éste va a ser mi mayor proyecto de futuro y de vida.
Sanar emocionalmente.
Curarme.
Volver a ser yo.
Volver a sentirme guapa.
Volver a sonreír.
Dejar de culparme.
Dejar de maltratarme a mí misma.
Y dejar de asumir responsabilidades que no son mías.

Cobarde

Esa es la palabra que ronda mi mente.
Maldito y triste cobarde.
Pudiendo tenerlo todo, optó por huir como una rata.
Porque eso es lo que es, una triste y jodida rata.
Una rata que no acepta que yo pueda tener amigos varones.
Amigos a los que se refiere como 'servicio a domicilio'.
Vamos a ver, maldito idiota, me dejaste.
¿Te jode que haga nuevos amigos?
¿Qué conozca a chicos?
¿Qué pueda aparecer un potencial ligue?
Me vas a disculpar, pero con todo el respeto del mundo, te jodes.
El lunes descubrí, que estaba embarazada.
Sí, embarazada de la misma rata cobarde que al aterrizar en Londres el pasado 9 de marzo me dejo tirada en mitad de la calle en Camden.
Sí, de ese mismo.
Crei que lo normal y lo correcto, era avisarle.
En serio, pensé que era lo mejor.
Y apareció en mi casa, con una sarta de mierdas envueltas en te echo de menos y te quiero pero no te quiero como pareja.
¿En serio?
Debes estar de broma.
Estoy yo aquí, de hormonas hasta arriba y me vienes con esta porquería.
Y además me magreas o lo intentas.
Y vas de amigo mío.
Poco o nada te importa que yo no quiera ser tu amiga.
Y aún menos que te llame por un asunto y tu sólo sigas pensando en la puta pareja.
El martes voy al médico, me toca a mi decirte que creo que está mierda es de ambos y que has de estar ahí.
Llegas y tarde.
Me intentas comprar con dinero.
Que me pagas unas vacaciones a Barcelona.
Y sino, la psicoterapia.
Vaya.
Parece que hay alguien al que desde pequeño le han enseñado que en esta vida todo se arregla a golpe de talonario.
Pues déjame decirte algo, a mi, tu sucio y cochino dinero no me compra.
Porque sí hay algo que me importa poco en esta vida, es el dinero.
Digo que creo que lo mejor es abortar y me sales con que no quieres eso.
Que nunca has estado en nada como esto antes, con tanta responsabilidad, que tu quieres que lo tenga, que incluso me pasarías dinero.
Pero que no podrías ser padre de fin de semana.
Te marchas indignado porque yo soy incapaz de mantener las formas dos horas y acabo por explotar y diciéndote cuatro verdades a la cara.
Te molesta la verdad y te largas indignado.
Te mandó un mensaje diciéndote que no quiero verte más, recuerda que esto es el martes.
Y te importa poco o nada, porque respondes que quieres pasar por esto conmigo, porque me quieres.
¿Me quieres? ¡Ja!
Llega el jueves.
Vuelves a mi casa.
Me sales con que habrías querido regalarme una rosa por sant Jordi.
Que el viernes te quieres quedar a dormir.
Te digo que ambas cosas son incómodas.
Que no lo hagas.
Intentó ser sensata, mantener la compostura.
Y tu, tu te saltas todas las barreras del respeto.
Una tras otra.
Tan sólo buscaba darte la manga ancha suficiente para que reaccionaras.
Para que decidieras.
En el camino, me sueltas que quizás esto ha pasado porque debemos estar juntos y tirar juntos hacia delante.
Me abrazas y dices que vamos a ser tres.
Llega el viernes y te quedas a dormir.
Da igual que yo no quiera.
Me ves vomitar.
Me ves con náuseas.
Me ves jodida.
Bromeamos.
Reímos.
Creo que puedo confiar en ti, me rindo y te abrazo, buscando protección.
Te beso.
Me duermo.
¿Y que me encuentro por la mañana?
Que intentas aprovecharte de la situación y de mi, para acostarte conmigo.
Que ya me has quitado los pantalones del pijama mientras dices que es una mala idea.
Sí es una mala idea ¿que coño estas haciendo?
Y yo, con mi cabeza a doscientos por hora.
A mil por hora.
Me siento morir.
Me siento usada.
Me siento utilizada.
Siento que no me respetas.
Siento que no me quieres.
Me tomo no una, sino dos tilas.
Me marcho a la cama de mi amiga, porque la sola idea de tumbarme contigo después de lo que ha pasado, me repugna.
Vienes a buscarme.
Con la falsa promesa de que vas a marcharte.
Y cuando te digo que qué mierda ha sido eso que ha pasado, me sales con que es que yo te había abrazado primero.
¿Perdona?
soy tu ex, estoy embarazada, estoy hundida, estoy deprimida, estoy de baja que no voy al trabajo.
En qué puta mierda de momento has pensado que yo buscaba algo más en ti, más allá de la protección, el cariño y la comprensión.
Encima te digo que no quiero acostarme con nadie que no quiera estar conmigo y callas como un cabron.
Te lo digo y dices que es que no sabes lo que quieres.
Hay silencios que hablan sin palabras.
Y aunque a ti te gusta hablar y cumplir muy poco, como a los argentinos o los italianos, a mi ya no me engañas, te tengo calado.
Te despides dándome un beso en la cabeza.
Primero intentas acostarte conmigo, y luego vas en plan paternal.
Te mandó un mensaje que has de pensar las cosas, lo que tu quieres hacer.
Y llegas hoy, y me dices que lo mejor es abortar.
Pero eh, vamos a pasear a un parque y luego al cine.
En qué puta cabeza enferma entra que yo quiero pasar tiempo contigo después de lo que ha pasado.
Que alguien me lo explique.
Te pido que no vengas el martes.
Que no quiero que vayas.
Y como siempre, te la suda.
De mientras, yo me he vuelto loca a buscar ayudas, charities y soporte.
Porque quiero ser madre.
Quiero tener un niño.
Y he pensado mil las cosas.
Mientras que tu, sólo has aparecido para marearme.
Has aprovechado la excusa del embarazo, para marearme e intentar que las cosas vayan a tu merced.
Que tengas en mi una folla amiga.
Pero te has equivocado, chaval.
Me quiero, me amo y me respetó lo suficiente como para decir que no a la mierda que me ofreces y decirte que no a ti.
Fui la primera que dijo que no podía basar el estar contigo en estar embarazada.
No lo quiero.
No quiero que nadie me quiera así.
Y tu es lo que ofrecías.
Aunque bueno, has ofrecido tantas cosas, que ya no se, lo mismo, no lo sabes ni tu.
Está es una nota para la Amalia del futuro.
Amalia, lo intentaste.
Lo probaste.
Hiciste lo que pudiste, pero sola no podías llevarlo acabo.
Hiciste todo lo que estuvo en tu mano.
Y lo mejor, fue decir que no.
Porque te condenabas a una vida de sufrimiento y dolor, a ti y a tu hijo.
Habrá más oportunidades de ser madre.
Serás una madre fabulosa.
Y la persona que esté a tu lado, realmente te querrá, valdrá la pena y será un hombre, no sólo por la edad del DNI sino porque dará los cojones por ti y por la relación.
No será un cobarde.
Porque esto debe recordarte a ti, que hoy, se han terminado los cobardes en tu vida.
Y que eres una mujer valiente.
Que eres especial.
Y que, en definitiva, la miel nunca estuvo hecha para la boca del cerdo.
Y ¡ah! Al final te fuiste al cine, pero con amigos de verdad.
Y te plantaste.
Dijiste hasta aquí.
Tarde, tras mucho sufrimiento y dolor, pero al final le echaste cojones y le mandaste a la mierda.
Adelante.
Sigue adelante.

domingo, 27 de abril de 2014

Mi renuncia

Tengo 29 años.
Me gusta repetirmelo, porque a veces, creo que debo recordarme a mi misma mi edad.
La mayor parte del tiempo me siento demasiado adulta.
Demasiado mayor.
Mis mejores amigos, en su mayoría, tienen al menos, diez años más que yo.
Y a veces, necesito hacer alguna locura para simplemente sentir, que en el fondo, sigo siendo una niña.
La vida me ha hecho madurar a base de ostias.
Últimamente, se está cebando.
No diré que de un modo cruel y despiadado o, quizás sí.
Mientras que profesionalmente no puedo quejarme, sentimentalmente mi vida es un fracaso.
Un fracaso total y absoluto.
Dicen de mi, mis amigos, que soy dulce, cariñosa, amiga de mis amigos y que soy especial, aunque por contra, añaden, soy un imán para la gente inmadura, insensata e irresponsable; porque inconscientemente, siempre cargo con la culpa.
En esta ocasión, en este momento, no quiero sentirme culpable.
Yo le quería, le quería, y aunque parezca mentira, le quiero a rabiar.
No me siento engañada ni utilizada en ese aspecto.
No puedo culparme por haber y por querer a alguien así.
Una vez asumido eso...no sé que hacer.
Mis amigos se cansan de aguantar la misma canción, con la misma melodía y además el mismo compás.
Yo también.
Pero no se como frenarlo.
No se como explicar que lo que ocurre es que en mi interior soy dos.
Una dualidad que me trae de cabeza.
Una dualidad que le repele y le atrae al mismo tiempo.
Y esta dualidad, está acabando conmigo.
En este momento, en concreto, me gustaría que toda fuera distinto.
Muy distinto.
Me gustaría poder proclamar mi estado sin lágrimas en los ojos.
Me gustaría que mi pareja me agarrara de la mano y acariciara mi tripa.
Me gustaría tenerle a mi lado.
Pero la vida es muy puta, o muy sabía, quien sabe.
Y en lugar de eso...
Me encuentro sola.
Callando.
Pensando.
Nadie me agarra de la mano.
Y mi barriga y mis cambios me asustan.
Porqué ahora.
Porqué así.
Porqué a mi.
Y entonces, vuelvo donde el, le llamo y se lo explico.
El sigue siendo igual.
Sigue sin saber que quiere o cuando lo quiere.
Sigue sabiendo que me quiere y que me adora, pero no como pareja.
¿Cómo se llega a eso?
¿En qué punto devalúas tanto a una persona que aunque la quieres no la quieres como pareja?
Pero lo peor es su dualidad.
Su te quiero pero ahora no, pero luego sí.
Que se supone que debo hacer yo.
¿Ser la eterna Penélope de Serrat?
¿Esperar a que un día se de cuenta de que quizás sí soy yo?
¿De que quizás sí es el?
Y la vida ha jugado sus cartas y ha dado un giro de 360 grados.
Ha colocado a dos niños en el mundo de los adultos.
Una, yo, terriblemente asustada, terriblemente sola, juega a ser adulta y a contemplar todas las opciones antes de decidirse por ninguna. No quiere arrepentirse de ser demasiado valiente pero tampoco de ser cobarde.
En la otra punta de la habitación, un niño mayor, asustado, que no sabe que hacer, que no era capaz de llevar una relación, se encuentra jugando, de repente, a ser mayor, y está perdido.

Creo que este es el momento indicado para pronunciar estas palabras: renuncio.

Pronuncio mi renuncia a ser adulta.
Pronuncio mi renuncia a seguir siendo madura.
Pronuncio mi renuncia a seguir siendo sensata.
Pronuncio mi renuncia a seguir amando a quien no me ama sí hoy decide apartarme de su vida.
Renuncio.
Quiero volver a tener seis años.
Y que lo más importante en mi vida sea averiguar, donde deje a Gizmo antes de acostarme.

martes, 15 de abril de 2014

A los del norte

La gente del norte está hecha de una pasta especial.
Somos distintos.
El rock corre por nuestras venas, dándose palos con los litros de kalimotxo, apretandose para no notar los grados bajo cero.
Los del norte somos distintos.
La palestina al cuello.
Salir en manga corta aunque nieve.
Las noches en el metropoll.
Beber en las laderas del castillo, con los MCD o Platero y tu como banda sonora.
Rojitas se nos ponían las orejas, pero del frío.
A los del norte.
A los compañeros de borracheras.
A los colegas.
A los del bar, como rezaban los reincidentes, ese sitio en el que lo mismo socializabas que leías en una esquina o que encontrabas al amor de tu vida.
Los del norte, cuando reímos, cuando amamos, cuando damos nuestro brazo, lo damos de verdad.
La gente del norte es de verdad.
Dicen que somos cerrados.
Nunca han conocido a alguien del norte supongo.
Puedes salir sólo y regresar a casa con un montón de amigos, de risas y de buenos ratos.
He salido sola en otros sitios e incluso a veces, ni me he atrevido.
No son del norte.
Las noches con rock.
Con guitarras.
Los de siempre.
Los de toda la vida.
El kalimotxo para ahogar las penas, aunque las muy putas siempre han sabido nadar.
La mona llorona o el os quiero colegas.
El quinito.
El caballero.
La embarazada.
El yo nunca, nunca.
Nadie sabe más juegos con alcohol que alguien del norte.
Doblamos al de dos metros y al enano, a mitad de ronda.
La mejor banda sonora.
El mejor ambiente.
Y todo aderezado con un pelín de fresco.
Que más da que el sol se ponga a las tres.
Las llanas, las bernardas, las bernardillas.
El buen yantar, el quinto pino, el metropoll, el jump, el k2.
Las mejores noches de mi vida, los mejores recuerdos...todos en el norte.
Las noches universitarias, las juergas, el no saber llegar a casa, las charlas de por la mañana de los padres preocupados...
El rock te matara.
El rock no es bueno.
Los chicos que escuchan rock no son buenos.
Alejate de ese ambiente, me advirtieron.
Pero ahí seguí y ahí sigo.
Vibrando con cada acorde.
Meciendo mi cabeza y mis caderas al ritmo de una guitarra.
Guitarras.
Baterías.
Sí es cierto que el rock es malo, mi alma ya no tiene salvación.
La he vendido al rock'n'roll.
Y jamás moriré sola, porque mi vida está escrita con los acordes de una guitarra, salpicada de frío y kalimotxo.
Y es que yo, soy del norte.

domingo, 13 de abril de 2014

1999

Hasta aquí llegó el ritual 
de enfados y canibalismo estúpido. 
Son demasiadas horas en vela 
y nada que decir. 

Descansamos nuestra espalda 
en las persianas bien cerradas, 
tú y yo anémicos 
y a cada parpadeo calmado 
intentamos dormir. 

Terapias mal llevadas sin nadie 
que mediara por dos histéricos, 
mis gritos envasados al vacío 
reventaron al fin. 

Y ahora congelo cada instante 
sabiendo de antemano 
que son los últimos 
la noche en que el noventa y nueve 
llegó hasta abril. 

Ya no hay ganas de seguir el show, 
ni de continuar fingiendo, 
sólo quiero ser espectador, 
relax, entertainment. 

Me pregunto quién pensó el guión, 
debe estar bastante enfermo, 
fue el estreno de un gran director, 
le caerán mil premios. 

Y al subir al taxi 
mis palabras son vapor de cristal 
y me dejo el alma 
cuando escribo en la ventana: 
"que sea cierto el jamás". 
¡Oh, cállate! 

Y ahora relájate, 
ella lo lleva bien, 
está aliviada, ¿ves?, 
todo ha acabado bien. 

Te dice: fíjate, 
mira mis manos, ¿ves?, 
no pesan nada, ¿ves?, 
están flotando ¿ves?. 

Putas ganas de seguir el show 
ni de continuar mintiendo 
y en un travelling algo veloz 
sale un "fin" en negro. 

Me pregunto quién pensó el guión, 
debe estar bastante enfermo, 
fue el estreno de un gran director, 
le caerán mil premios. 

Y a medias del viaje, 
callo a gritos 
que no quieras bajar. 

Y pierdo la conciencia 
cuando escucho como dices: 
"que sea cierto el jamás". 
¡Oh, muérete!

sábado, 12 de abril de 2014

Ansiedad y estrés

Llevo un mes sin poder dormir.
Mi cerebro funciona de modo independiente a mi cuerpo.
Yo cierro los ojos y él sigue a su ritmo.
Run. Run. Run. Run.
Da lo mismo que salga a correr, a andar en bici o baje las escaleras como la niña del exorcista.
Él, va a su bola.
Hoy he tenido la primera crisis de ansiedad.
Casi me he caído redonda al suelo.
Son demasiados meses lidiando con demasiadas cosas a la vez e intentando ser fuerte en todas las situaciones.
Ruptura.
Engaño.
Mentiras.
La universidad.
Los nervios.
Los cambios de casa.
Lo grande que es londres.
Intentar llenarme de actividades.
Creo que he tocado fondo.
Lo bueno, es que estando abajo, ya sólo quedan cosas buenas por venir, porque más abajo no se puede ir.
En el hospital hay una clínica sobre el manejo del estrés, pediré que me envíen el lunes.
Eso, sí no me despiden.
Porque en el último mes he estado faltando muchísimo.
En realidad, desde enero.
Pero creo, que, a pesar de todo, he tenido suerte.
Sí.
Lo creo.
Y lo creo porque, las cosas son mejor así, no con el estrés y la ansiedad y las crisis, sino porque como ya he dicho, sólo cabe mejorar.
Ya no discuto con nadie.
Nadie me ningunea.
Nadie me ignora.
Nadie me falta el respeto.
Nadie me utiliza.
Nadie me miente.
Pero, tampoco nadie me abraza, nadie duerme conmigo, nadie me besa y nadie me ama.
Aunque, sí esto tampoco era sincero, tampoco importa que no este.
Supongo.
Espero que mi cerebro sepa asumir los nuevos cambios, está nueva etapa de mi vida y salga adelante, más fuerte, más madura, más centrada y más sensata, sí cabe.
Ahora, sólo quiero volver a ser la marmota que era.
Morfeo, ven a buscarme.
Te lo suplico.
Cierra mis párpados, entumece mis pestañas, no dejes que el dios sol me moleste, que londres me arrebate La paz y la calma y pelea sí hace falta, por conseguirlo.
Yo, prometo no tener más pesadillas y no despertarme más llorando.
Soñar...
Soñar...

viernes, 11 de abril de 2014

Desconexión virtual

Pues he decidido desconectar un poco de las redes sociales.

Sí.

Al final, es un exponer de vida, que no es necesario.

No hace falta que nadie sepa qué hago, ni dónde estoy a cada momento.

A ver lo que me dura.

Llevo desde ayer (wow, ¡24 horas!) publicando muchísimas menos cosas en mi facebook.

La idea es llegar incluso a no conectarme (a veces me paso de ilusa).

Pero como todas las drogas...despacito y con calma...que no quiero tener mono.

Quiero dedicarme más tiempo a mi y a sentirme bien yo...y pienso conseguirlo.

De hecho, mis amigos, tienen mi número de móvil, y el que me quiera localizar..sabe como hacerlo (o eso espero).

Y ya van 24 horas....let's go Amalia, tu puedes :)



jueves, 10 de abril de 2014

Soy la nueva ciudadana de Plutón

¡Bienvenida!

¡oh! Espera, no hay nadie.

Estoy sola.

Soy la nueva ciudadana de Plutón.

Que más da que fuera brille el sol.

No me apetece salir de casa ni de la cama.

¿No os ha pasado nunca que de repente, te notas gritando, y nadie te escucha?

Así me siento yo.

En una sala, rodeada de gente, gritando.

Pero a todo pulmón.

A lo: 'no doy más, no llego a más'

Y nadie se inmuta.

Nadie se gira, nadie hace ni una leve muesca.

No hagas planes a largo futuro te dicen.

No seas plasta te dicen.

No te agobies te dicen.

Pasa página te dicen.

Y además, esperan que lo hagas ipso facto.

Que lo hagas ya.

¡¡Disculpad!!

Me ha quedado claro, nítido, cristalino, que sus sentimientos no eran ciertos.

Que no estaba preparado.

Que no estaba listo.

Perfecto.

Me guste más o me guste menos, es lo que hay.

Pero...¿eso significa que por ello, los míos no lo eran?

Hace años que proclamo que vivimos en el mundo de los fast feelings, en el que un clavo saca otro clavo, el que perder un amigo no es un drama y perder un amor, lo es aún menos.

Pues yo, de repente, me encuentro rodeada de idiotas.

De subnormales profundos.

En serio.

Todo el mundo es idiota, ya lo dicen los DCD, España es idiota, yo lo extiendo a la población mundial y me quedo corta.

De verdad, hay gente que no sé como no precisa de ayuda para la más básica y simple de las tareas que realiza cualquier ser vivo, respirar.

He conocido amebas con mayores capacidades funcionales que cualquiera de las personas que conozco últimamente.

¡¡Eres cruel!!-exclaman.

Disculpa porque a mi me importe una mierda que te ofendan mis palabras, al igual que a ti te importe una mierda como me sienta.

Dicen que en los momentos malos, en los que estamos mal, es cuando realmente podemos saber quiénes son nuestros amigos, nuestros apoyos, nuestros soportes.

En mi caso, si descuento la horda de buitres que últimamente (desde hace más o menos un mes) me rodean en círculos, esperando a que baje un poco, solo un poquitín, la guardia...me quedan muy pocos amigos.

Es el precio a pagar por ser una mujer independiente.

Eres una mujer fuerte-dicen.

No me conoces una mierda- les espeto.

¿O es que crees que sabes una mierda de mí por lo que publico en mis redes sociales?
¿En serio?

Quién de verdad me conoce, jamás se atrevería a asociarme con la composición de palabras 'mujer fuerte', quién de verdad me conoce, sabe que soy un alma sensible y frágil, una mujer sedienta de cariño, un alma delicada, que se esconde tras veinte millones de capas, porque el mundo me ha obligado a caminar con paso firme y altivo.

Supervivencia, le llaman.

Yo lo llamo vida.

Por eso, y por otros muchos motivos, me mudo a Plutón.

Sí, me largo.

Necesito encerrarme en Plutón y pensar con claridad, con nitidez, sonreír, crecer y aunque a muchas personas esto les asuste, pensar en mí y en mi futuro.

Pensar en qué cojones es lo que quiero hacer.
El porqué mi trabajo me frustra más que gustarme.
Entender porqué narices todo el mundo se empeña en buscarme una pareja que ahora mismo no quiero y sobre todo, no necesito.
Porqué siempre acabo con algún imbécil metido en mis bragas, jodiéndome la vida, destrozando mis esquemas, y poniendo mi interior patas arriba.

La gente me disgusta, me disgusta profundamente. Encuentro que la mayoría son seres vacíos, planos, sin contenido y con la única aspiración en su vida de:

a. Contentar a sus parejas
b. Encontrar pareja.
c. Son amebas emocionales y humanas.
d. Son idiotas

En serio, la mayor parte de la población me provoca hastío, asco y repugnancia a partes iguales.

Conoces a gente, cuya única aspiración con 30 y algunos incluso cerca de los 40, es salir de fiesta, emborracharse, y follarse cuántos o cuántas más, mejor. Ese es el leivmotiv que mueve sus vidas.
Su torno. Su manivela. Como queráis llamarlo.

Y me encuentro siendo una incomprendida social, por pensar que en tres años, máxime cuatro me gustaría volver a mi casa, a Barcelona.
Pensando en llevarme maletas, para aligerar mi equipaje aquí.
Pensando en qué y cómo y dónde narices voy a mudarme en agosto, una residencia, una casa, un estudio o debajo de un puente.

Y te encuentras con que te dicen que vives muy a largo plazo.
Que pienses más en el ahora.

Me vais a disculpar.
Creía que saber hacia donde iba mi vida, al menos, minímamente, me convertía en adulta.
En una persona madura.
No en una paria social.

Continuo con mi introspección, y por favor, no molestar, a menos que esteis dispuestos a participar en una conversación de escucha activa, sino, mi carretera es muy larga y ya tengo y he tenido demasiados baches, como para añadir gratuitamente más.

Me voy a Plutón.

Y ésta es la mejor banda sonora que se me ocurre...




jueves, 3 de abril de 2014

Echar de menos

Mucho.
Me veo inmersa conociendo a gente nueva.
Haciendo nuevos amigos.
Manteniéndome ocupada.
Se ve que es lo que tengo que hacer.
No dejarme tiempo ni para respirar.
Mantenerme ocupada.
Ser borde.
Hacerme respetar.
Plantarle cara como hice y dejar sus cosas tiradas en la calle.
Que no me duela.
Y me encuentro con que le echo de menos.
Deberías estar mejor me dicen.
Que sabrán ellos de como me debo sentir o no.
Me siento engañada.
Estoy 'pérdida'.
Me veo conociendo a nuevos futuros capullos.
A nuevos tíos inseguros.
Nuevos tíos que no sabrán lo que quieren.
Que pereza.
Que pereza tan inmensa.
Pienso, voy a centrarme en mis estudios.
Ok.
Cierro los ojos y sueño con el.
Me está besando.
Viene a buscarme.
Me abraza.
¿Cómo puedo echar de menos tanto sus abrazos?
Sobre todo cuando el último fueron poco más que un par de palmadas en la espalda.
Cuanto dolió.
Cuanto daño hizo.
Ese intento de darme dos besos.
Y luego regresa y dice que te quiere.
Que te echa de menos.
Para que tanto daño, para que tanto dolor me pregunto yo.
No era y no es necesario.
Nunca lo fue.
Creía que era el.
Supongo que lo peor es que sigo creyendo que es el.
Conozco a tíos de mi edad y hablan y me parecen mediocres, mentalmente hablando.
Dicen mis más allegados que es porque soy demasiado madura.
Comienzo a sentir la madurez como una losa.
Me gustaría ser más 'viva la virgen' y me da todo igual.
Y buitres.
Hordas de buitres leonados alrededor.
Esperando a que caiga.
Haciéndose pasar por un hombro sobre el que llorar, cuando sólo buscan carnaza.
Llevarme a la cama.
Y pasar un buen rato.
Te dicen: me gustas.
Te dicen: me encantas, eres tan guapa, tan sexy, tan inteligente...
Me dan asco.
Me pasó las horas llorando por el y me salen con estas mierdas.
Al final va a ser verdad que muchos hombres tienen el cerebro entre ambas piernas.
Pero que además, no tienen ningún otro.
He comprado cientos de libros, ya sea en soporte físico o virtual.
He asistido a clases de relajación.
Hago escalada, salgo a correr hasta que no puedo más, salgo de fiesta, viajo, me vuelco en el trabajo y sigo pensando en el.
Es como una droga.
De esas duras.
No es que esté en la fase de odiar a todos los tíos pero es que...el mercado da pena.
Fuman.
Beben como cosacos.
Se acuestan hoy con una y mañana con otra.
La gente a estas cosas las llama divertirse, yo discrepo en cuanto al concepto de diversión.
Debo centrarme en la universidad.
Escánear los últimos papeles.
Hacer lo de la embajada.
Y preparar el viaje del fin de semana a Manchester.
Aún no he mirado nada.
Y casi no me apetece ir.
Esta no soy yo.
O al menos no soy la que era yo.
Quiero volver a sonreír.
Quiero alegrarme.
Quiero seguir orgullosa de haber llegado a Londres.
Dejar de sentirme pequeña.
Me siento muy pequeña en Londres.
Echo de menos a mi familia, mis amigos, mi perro, echo de menos mi vida anterior y echo de menos Barcelona.
Quiero volver a Barcelona.

miércoles, 2 de abril de 2014

Lo mejor de ser enfermera

Ser enfermera es una experiencia única.

Y no lo digo por tener que limpiar genitales, curar heridas o aguantar al típico familiar pedante e insoportable de turno.

Es una experiencia única porque te llena, te llena mucho de forma humana.

De forma económica, entre vosotros y yo , sí queréis haceros ricos, ser enfermero no es la profesión correcta, mejor os estudiáis una ingeniería, informática por ejemplo, y os venís a vivir a Londres.

Pero, sí queréis ser ricos de un modo 'espiritual' (que profundo me ha quedado) enfermería es una buena profesión.

Termine mis estudios allá por el 2006, que lejos quedan esos años de universidad al lado de esos ocho años de trabajo desde que acabe mi último examen.

Pero me encanta, me llena desde el día uno.

Como enfermera tienes la posibilidad de acercarte a las personas sin máscaras, sin caretas.

En la cama de un hospital, todos somos iguales.

De poco o nada sirven ya las medias tintas.

Estas enfermo y te enfrentas a tu yo más básico.

El yo sin traje y sin corbata, sin falda de tubo y sin tacones, y en muchas ocasiones, con unos pelos de loco/a que ríete tu de la bruja Lola y sus dos velas negras.

Y además, para colmo de males, te ponen un pseudo pijama que deja que se te vea el culo, como no te des cuenta.

-> aquí quiero daros un consejo: 
¡pedir dos! Una la ponéis por delante y otra por detrás y voilà! La impresión estética sigue siendo igual de horrible, pero al menos no se os ve más el culete :)

Tras el pequeño consejo de campo, sigo.

¿Por dónde iba?

¡Ah sí! Tu y mi yo más básicos.

Hay de todo como en botica que se dice en mi tierra.

Pero los tipos más comunes de pacientes son:

El desagradable, mandón  y además huraño y  poco agradecido.

El que quiere las cosas aquí y ahora (y pasas de ser enfermera a una esclava construyendo una pirámide en Egipto).

El que grita y te insulta y te suelta lo típico de: 'a mi me haces caso que para eso te pago tu sueldo' (antes me indignaba, ahora simplemente me río por dentro...mi sueldo dice, sí tuviera que aguantar lo que aguanto por dinero, hace años que estaba en el McDonalds).

Y el abuelito adorable (versión femenina).

Sí algo tienen en común estos pacientes, es que están asustados. Algunos, mucho. (Sobre todo los que más chillan).

El abuelito adorable, es aquel paciente anciano, que tiene un montón de historias y experiencias vitales que contar, son aquellos con los que estarías horas sentado escuchándoles con la boca abierta en forma de 'o'.

Me encantan.

Siempre que puedo, me escapo, me siento en la silla del acompañante o con ellos y dejo que me inunden con su sabiduría y su vida.

He llegado incluso a salir tarde del trabajo, o a llegar antes, por compartir mi tiempo personal, con más de un 'abuelito adorable'.

En mi casa, en Barcelona, tengo pequeños recuerdos físicos de muchos de estos pacientes (fotos, caramelos...), pero mi corazón está desbordado de recuerdos personales.

Además de los abuelitos adorables, me gusta ganarme a los pacientes menos fáciles de llevar.

Es un reto.

Ellos están ahí, enfadados y yo entro en su habitación sonriendo.

¡Buenos días!

Eso le cambia la cara a cualquiera ¿no?

Cuando te ganas la confianza y el respeto de uno de estos pacientes, ganas el doble, porque confían en muy poca gente (el médico es un matasanos) y respetan aún a menos gente.

Una vez que vences esa barrera, que la saltas o la sorteas, el premio son 'cien abuelitos adorables' (a veces no, sólo es una persona desagradable que te pone los pelos de punta desde la nuca hasta el tobillo).

He conocido a un montón de personas durante estos ocho años de trabajo.

Médicos, enfermeras, residentes, auxiliares, técnicos, limpiadores...pero sobre todo, pacientes.

¡Un montón! 

Y todos me han llenado de un modo u otro, de todos he aprendido cosas, y algunos incluso, me han aconsejado.

Me he deleitado escuchando las mayores  historias de amor (he visto morir por amor), escuchando las historias de la guerra, las de la vida, las de familias unidas, otras que no se hablan y algunas que se odian; historias de lágrimas, muchas de sonrisas.

Ser enfermera es increíble.

Ayer salí tarde de trabajar.

No me importó.

Nadie me esperaba en casa, pero esa es otra historia.

Yo, estaba sentada en una habitación, compartiendo risas y escuchando experiencias de una de mis pacientes.

Ser enfermera y poder acceder a ese lado de la vida, y pararse a escuchar las voces del mundo, es genial.


martes, 1 de abril de 2014

Ha llegado Abril

¡Al fin!
Creía que no iban a terminar nunca los malditos meses de febrero y marzo.
Tengo manía a Febrero desde el año 2010, porque me arrebató a mi hermano.
Y este año por extensión a Marzo, por la mierda de mes que he pasado.
Ha sido un asco.
Pero he sobrevivido.
Lo he pasado.
Hurra por mi.
Comienzo a sentirme como un fénix.
Ya, queda muy poético.
¿Pero es verdad?
Sinceramente, sí.
Me siento nueva.
Poco a poco.
La primera vez en mi vida que no uso el teorema de un clavo saca a otro clavo.
Nadie puede sacar el clavo 'Alberto' salvo yo.
Y esta casi fuera.
Vaya que sí lo esta.
Esta tan fuera como su ropa y sus cosas que desde hace dos años duermen en el porche de casa.
¿Qué pasara cuando se las lleve?
Que me dolerá.
Claro que dolerá.
Pero cada día un poco menos.
Me he demostrado a mi misma que nadie puede quererme como yo lo hago.
Que nadie piensa en mi como yo lo hago.
En realidad, nadie piensa en mi.
Todos están ocupados pensando en sí mismos.
Me he descubierto no buscando aprobaciones.
El límite es el cielo.
Y la única que puede pararme, frenarme, soy yo misma.
Hasta que llegue el momento, no quiero más amores marchitos.
No quiero languidecer por una gota de pasión.
No quiero encontrarme en más relaciones disfuncionales.
¿Fui un parche?
Vale, lo asumo.
¿Merezco ser más que eso?
Sí.
Por eso pego un tranquilo portazo y me marcho.
Con la conciencia tranquila.
Hice lo que pude, ame como supe y quise hasta doler.
¿No hicieron lo mismo?
No es mi culpa.
 Que empiece la primavera del 2014.
Las flores.
Las mariposas.
Las mariquitas.
La vida.
Que comience mi vida :)
Feliz martes.