miércoles, 24 de septiembre de 2014

Alcanzar lo deseado

Si en el 2006 cuando recien terminaba mi carrera de Enfermeria me hubieran preguntado donde me veia en el 2014, la respuesta no creo que hubiera sido Inglaterra, aunque lo hubiera pensado.

Lo cierto es que han cambiado muchas cosas desde entonces.

Parece mentira que haya pasado tantisimo tiempo desde la graduacion en el 2006.

Aun parece mas mentira que estuviera haciendo dialisis desde el 2008, a pesar de lo poco que me gustaba y me gusta.

Pero hoy no quiero escribir sobre eso.

Quiero escribir sobre echarle un par de narices a la vida.

De plantarle cara, a pesar de que las condiciones sean adversas, a pesar de que las cosas se pongan complicadas.

Y es que creo, que ademas de ser enfermera especialista en el ambito renal, sobre todo y ante todo, soy una mujer especialista en plantarse y decir alto y claro:'Hasta aqui, esto es lo que quiero, si lo quieres bien y sino, pues tambien'.

Ha tenido que pasar mucho tiempo para que reconozca en mi esta cualidad, supongo que para quien, defecto.

Pero parece que pese a todo, al final si va a ser cierto eso de que soy una tia dura, y sino soy dura, puedo asegurar que lo que si que soy es cabezona (o perserverante, como querais llamarlo) y que al final, siempre consigo todo lo que me propongo.

Las cosas han sido dificiles, muy dificiles, he llorado hasta tener hipo, hasta quedarme sin lagrimas, pero aqui estoy.

Le pese a quien le pese.

Peleando por la vida desde que tenia 9 meses, y ahora dispuesta a trabajar para ella.

Y es que estoy orgullosa del camino recorrido, y agradecida, agradecida por todas y cada una de las piedras que en el me he encontrado, gracias a esas piedras (a veces en forma de personas, a veces en forma de dificultades) soy quien soy hoy en dia. Asi que creo que es bueno pararse y decir gracias.

Gracias por los golpes, gracias por los guantazos, en definitiva, gracias.

El otro dia lo hablaba con un amigo, y aparte de los baches que he encontrado en el camino, mi forma de ser es, en parte, gracias a cada una de los pacientes que han pasado por mi vida.

Las largas charlas con ellos a los pies de sus camas o sentados en sillas, o simplemente contemplando el mar.

He oido historias de amor que no tienen nada que envidiar a esas que nos muestran las peliculas americanas, historias de padres que no quieren a sus hijos o historias de padres increibles, a los que sus hijos desprecian.

De todos mis pacientes, he aprendido algo y me han hecho, tambien, ser quien soy hoy en dia.

Ayer me robaron el telefono movil.

Y vino a mi memoria el dia en el que me robaron mi Nokia 3210, seguro que todos habeis tenido alguno (si rondais la generacion de los 80's-90's), el caso es que recuerdo que en aquella ocasion, me puse echa una furia, me enfade, grite e incluso, llegue a llorar.

Ayer, ayer fue distinto.

Ayer me di cuenta de que me habian robado el movil, y a pesar del engorro de tener que ir a liberar otro que tenia, dar con un numero de telefono temporal o pedir que me mandaran de nuevo la tarjeta SIM con mi antiguo numero, pues a pesar de todo eso, pense: 'bueno, ya tendre otro telefono cuando pueda, de mientras voy tirando con este'.

Cuando lo he pensado hoy, me he sorprendido a mi misma.

No se, estoy contenta.

Recuerdo los comienzos en esta isla, que cuando llegue ni siquiera podia ejercer como enfermera, todos los papeles...hasta que al final pude ser enfermera.

Recuerdo la no boda y lo mal que termino aquella relacion, de como aun asi, luche, me levante y segui adelante a pesar de no tener ganas, de no encontrarle sentido.

Recuerdo el ascenso en Londres, de como mi meta estaba siempre encaminada, cada paso que daba, estaba dirigido a estar donde estoy ahora y ....de como a pesar de las dificultades y de los golpes, pues he conseguido lo que me proponia.

Estudiar para matrona, y no hacerlo en cualquier sitio, estudiar para ser matrona y hacerlo en Londres.

Y eso, eso me demuestra una cosa, que puedo conseguir lo que quiero, con constancia, fuerza de voluntad y perseverancia.

Y, provoca en mi cara una sonrisa que no tiene parangon.

Porque soy imparable y soy capaz de todo.

Porque esta es mi vida, y voy a vivirla a tope.

Porque al final, despues de todo, he comenzado a quererme y a creer en mi.

Y ese, ese es el mejor sentimiento del mundo.

sábado, 20 de septiembre de 2014

No soy una princesa.

A las mujeres desde pequeñas siempre nos dijeron: 'Que niña más guapa'.

Nos lo dijeron tantas veces que llegamos a pensar que ser bonitas, bellas o guapas era lo único que importaba.

Porque desde pequeñas nos pusieron coronas, nos llamaron princesa, nos vistieron con vestidos rosas de tul, ropa que no nos dejaba pegarle patadas a un balón, ni correr...porque la podíamos ensuciar.
No nos dejaban jugar al fútbol porque eso era un deporte de chicos, si jugabas al fútbol las niñas no te hablaban porque ellas jugaban con muñecas, con la cocinita, a pasear al muñeco en el carrito...y si jugaban con niños era para hacerlo a los médicos o a 'papás y mamás' y así día tras día nos metieron en la cabeza la historieta de las princesas.

Además, nos contaron cada día la historia del valiente príncipe azul, cuya única meta en su vida era rescatarnos, de un futuro más que negro e incierto, repleto de peligros, de dragones, de maleficios y de mucha infelicidad e inseguridad hasta que él aparecía.

Nos contaron tanto ésta historia, que llegamos a creerla.

Llegamos a necesitar al príncipe azul para seguir adelante con nuestra vida, y soñamos en crecer para algún día mágicamente conocerlo y ser felices como perdices, para siempre.

Al igual que en los mágicos cuentos que nos metieron por vena desde la cuna.

Las princesas han de ser buenas, sumisas, guapas...y sobre todo, están asustadas y se enamoran del primero que las salva o que creen que va a salvarlas.

Y esperan.

Esperan encerradas en una torre sin hacer nada para salir de ella.

Y a nosotras, a nosotras nos enseñaron a ser como ellas.

Aprendimos a esperar a que el príncipe azul nos solucionara la vida, construimos nuestra existencia en torno a otro, a la idea de conseguir una pareja y así, sentirnos de una vez, por una vez, completas.

Aprendimos que conseguir una pareja era una lucha, lo que significa sentirnos amenazadas por todas las mujeres que nos rodean, no vaya a resultar que sean más guapas, o que su torre le pille al príncipe más cerca que la nuestra.

Aprendimos a querernos poco y sólo a costa de lo que nos quisieran otros.

Aprendimos a arreglarnos para que los demás nos vieran bonitas, no para sentirnos bonitas.

Aprendimos a que teníamos que arreglarnos para los demás, estudiar para los demás, y ser alguien para conseguir a alguien mejor.

Pero, ahora, ahora decido yo.

Decido que no soy la princesa de ningún cuento.
Decido que no vivo en una torre, que no tengo a ningún dragón custodiando la ventana de mi castillo, como mucho, a un gato.

Decido que no espero a ningún príncipe en su caballo blanco con su espada desenvainada, que me llegue a rescatar.

Os regalo mis vestidos de tul,mi príncipe azul, mi espejo y mi corona.

Pero también os regalo mis complejos, mis miedos, mis vacíos y mis celos.

Os lo regalo todo, porque todo ha sido impuesto, todo ha sido impuesto como un cuento de Disney, pero nadie me preguntó si lo quería, y desde aquí os digo, que no, que no lo quiero.

Además, necesito espacio para mis tacones, para las zapatillas de salir a correr, las botas.
Necesito ese espacio para subir, bajar, saltar, escalar una montaña, subir a un árbol..
Necesito espacio para mis libros, mis discos, mis fotografías, mis películas, para mis pasatiempos, para mis libros de poesía, para la literatura.

Espacio para los viajes, los paseos, la bici, los pinceles y el arte.

Necesito espacio para mi comida favorita, mis gominolas, el chocolate negro, el regaliz.

Necesito espacio para mi individualidad, mi libertad, para abrir mi mente, crecer, pensar y evolucionar.

Necesito espacio para correr, bailar, reír, buscar, descansar, tirarme en el césped a buscarle formas a las nubes o sentir los rayos del sol en mi piel.

Necesito tiempo para ver el mar, para ver amanecer y anochecer, para mirar el sol, para mirar la luna...para mis pequeños placeres.

Y es que las princesas nos hemos cansado de ser princesas, princesas que nunca quisimos ser.

Las princesas nos cansamos de besar sapos.