miércoles, 19 de febrero de 2014

19 de Febrero

Hoy he roto mi promesa.
Le he mandado un mensaje por la mañana, le he llamado y creo que he terminado agobiandole tanto que la semana que viene se va a España, y no se por cuanto tiempo.
Me han cogido en la universidad y seguida de la felicidad más grande del mundo ha llegado la más profunda de las soledades.
Me he encontrado que mi primer recurso en llamar ha sido el.
No me ha cogido el teléfono y ha tardado un rato en devolverme la llamada.
Y la alegría del momento ha quedado evaporada, no sólo por la soledad, que es puro egoísmo mío, sino por oír su voz quebrada a través del teléfono.
Esta peor.
Esta peor que la semana pasada.
Me siento muy culpable.
Todo el mundo intenta hacerme creer que no es mi culpa, pero le he dejado sólo ante sus demonios.
Bien es cierto que primero me habían atacado a mi, y nadie tiene justificación para atacar a quien tiene al lado, ni a hacerle sentir que no es importante en la vida del otro, tanto que no aparece ni en los títulos de crédito de la película de su vida, pero el bajón ha sido tan grande que me ha dejado destrozada.
Mucho.
Le he pedido que me deje estar a su lado, que no me aparte, que quiero estar cerca y ayudarle.
Pero el, entre muchos pensamientos inconexos sólo repite que no quiee hacerme daño.
No escribo esto intentando que nadie me lea, de hecho no lo pretendo, sólo necesito desahogarme.
Porque ver como la persona a la que más quiero en este mundo se hunde de este modo, me está matando.
No soporto verlo así, ni oírle así.
Es que sí me dijera, en este punto, que se ha de ir a meditar un año a la China o a la India para encontrarse a sí mismo, lo entendería, aceptaría cualquier cosa con tal de que se recuperase.
Tengo la cabeza de mi gente más cercana que hierve.
Todos me dicen lo mismo, quédate en standby, en pausa.
Sí ha de ser será.
Pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como el se hunde.
No puedo y no quiero.
Pero me encuentro que tampoco quiero agobiarle, y creo que sí sigo en este bucle acabare tan tocada que cuando el regrese recuperado, que espero que lo haga, yo estaré desquiciada.
Está siendo muy duro.
Se que no es lo que aparento, que parece que me da igual, pero no es la verdad.
Estoy destrozada.
Me muero por darle un abrazo, por darle un beso y por prometerle que no pienso dejar que le pase nada, que todo va a salir bien y que estoy ahí, que puede apoyarse en mi.
Intento ocupar mi tiempo, hoy he ido a escalar, quiero durante este tiempo que me ha surgido de la nada, agotarme. Necesito estar agotada. Necesito no pensar.
Aunque a veces sea harto complicado.
Las noches son lo peor.
La cama se me come.
Las almohadas.
El espacio.
La soledad.
No puedo dormir.
Cada rincón de mi habitación me recuerda a el y lo que le echo de menos.
No creo que esto sea un standby.
Es la lucha de un corazón ciego, por intentar recomponer a su compañero, por recuperar sus sonrisas, por ayudarle a ser feliz y..ver que no lo consigue.
No imagino mi vida sin el, aunque lo cierto es que desde el viernes la vivo.
Una sucesión de minutos, horas y días interminables.
Las conversaciones con la gente me resultan vacías, no escucho y no leo lo que dicen, porque yo sólo tengo un tema en mente.
Y estoy preocupada, también por mi.
Porque esto comienza a parecer el diario de una obsesión por recuperar lo perdido.
Me corté el pelo en un ataque de estrés y de canalizar mi ansiedad y me siento fea, aunque todos digan que me queda bien, no les creo, me veo ridícula, no me siento guapa ni favorecida.
He adelgazado ya, casi tres kilos desde el viernes.
Intento organizar mi tiempo y llenar hasta el último de los segundos de mi agenda, con planes a veces absurdos.
Temo perder la razón y el control sobre mi, y me aterra.
Dije que me habían cogido en la universidad, pero lo que no dije es que no tenía con quien celebrarlo.
Porque sólo le tengo a el.
Y me siento sola. 
Muy sola.
Porque en la isla de felicidad que construimos juntos, en los planes que hicimos juntos, me he quedado sola.
El se ha montado en una barca y aunque está cerca de nuestra isla, no quiere acercarse, por temor a que los nubarrones vuelvan a encharcar los planes.
Necesito una válvula de escape.
Supongo que este blog está terminando por serlo.
Y por sí acaso el lo leyera y no hubiera quedado claro: te echo de menos, te quiero y te apoyo en lo q sea q hagas.
Pero regresa pronto y sácame de esta isla, prometo aprender a nadar para ir a tu barco :(

No hay comentarios:

Publicar un comentario