sábado, 3 de mayo de 2014

Crisálida

He dejado de odiarme a mí misma.
No soy culpable de todo lo que pase a mi alrededor.
Soy culpable de las decisiones que yo tomo.
Pero no soy responsable de las acciones de las personas que me rodean.
Como tampoco lo soy de sus decisiones.
Ni de su forma de tratarme o hablarme.
Sigo echándole de menos.
Sí.
Muchísimo.
Pero no a él.
Echo de menos la idea, la imagen que yo tenía de él.
Pero no a él.
No a él de verdad.
Porque quedó demostrado la semana pasada, que mi idea y quién es él en verdad, no tienen nada que ver.
Estoy orgullosa de mí misma.
Por haber llegado hasta aquí, hasta ésta idea.
Comienzo a volver a disfrutar del tiempo conmigo misma.
Me entretengo leyendo.
Escribiendo.
He vuelto a hacer velas.
Me descubro pensando en qué quiero hacer en mi tiempo libre.
Pensando en nuevas aficiones.
Descubriendo nuevas.
Poco a poco.
A pequeños pasos.
Hoy es el primer día en el que me he levantado y no me dolía la espalda, no me dolía la tripa y me encontraba anímicamente bien.
Supongo que influye el hecho de que hoy, sobre Londres cae un radiante sol, entre nubes, pero hay sol.
También he ido descubriendo las oportunidades que le fui dando.
Y como una a una, fueron desechadas y tiradas al suelo.
Me he descubierto a mí misma.
Como un ser solo, solitario, pero hambriento de compañía, de querer acabar con su soledad.
Debo trabajar en eso.
Pues me he pasado años creyendo que disfrutaba del tiempo conmigo misma, cuando en realidad, parece que solo lo ocupaba como una autómata.
Voy a cuidarme.
Parece una tontería, pero cada mañana me levanto y ante el espejo, con mis pelos de loca, de recién levantada, me digo lo guapa que me veo, lo bonita que me he despertado por la mañana.
Y sonrío.
Había olvidado sonreír.
Sonreírme a mí misma.
No puedo culparle a él de todo lo que ha pasado.
Yo también he tenido mi parte de culpa, pero solo la que me correspondía a mí.
Toleré y di por válidas muchas de sus actitudes cuando en realidad tenía que haber salido corriendo.
Voy a empezar a respetarme a mí misma.
Sino me respeto a mí misma, nadie lo hará conmigo.
Respetar mi espacio.
Mis torpezas.
Voy a dejar de maltratarme, de llamarme idiota cuando hago algo mal, o de hacerme críticas llamándome retrasada o estúpida.
En lugar de eso, pienso cambiarlo y decir cosas como: 'vaya, he vuelto a tropezarme' o 'hay que ver, siempre me caigo aquí' o 'que mala pata' o 'no pasa nada'.
Llevo años maltratándome yo, a mí misma, ¿cómo voy a esperar haciendo estas cosas que los demás me traten con un respeto que yo no tengo por mí misma?
Voy a cambiarlo.
Es por eso que quiero estar en una crisálida, necesito reconstruirme, aprender de mis errores, quererme, respetarme y algún día, volar libre.
Volar y encontrar compañeros de vuelo.
No quiero caer en más manos de coleccionistas.
No quiero acabar detrás de una vitrina.
No quiero más alfileres.
Estoy en mi crisálida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario