jueves, 19 de junio de 2014

El ir y venir de las cosas

Todo influye.
Incluso en el lugar en el que te sientas a escribir unas líneas.
Yo estas las escribo con vistas a una hilera de lápidas.
Resulta curioso, el único lugar donde encuentro la paz, el relax y la calma, que una gran urbe como Londres, es aquí.
Rodeada de muerte.
Rodeada de arte.
Hoy tengo uno de esos días grises.
Algo así como el color del día con el que amaneció Londres, gris.
Gris, pero no lo suficiente como para que el día llore.
No es lo suficiente gris para que llore yo tampoco.
Iba pensando en estos últimos meses.
En cómo han cambiado las cosas y la vida.
Suelo o solía, hacer planes a largo tiempo, siempre a largo plazo.
Y ahora, no sólo no los hago, sino que tampoco encuentro demasiado sentido a hacer ningún tipo de plan.
Da igual lo que sea.
No tengo muchas ganas de nada.
Es triste descubrirse una mañana, y descubrir que no sientes nada.
Que aunque respiras y continuas en movimiento, eres incapaz de sentir nada.
Estoy muerta.
Supongo que es por eso que me gustan los cementerios, al igual que ellos, en mi hay muerte y arte.
Amante del arte, de la música, la pintura, la comida...pero a fin de cuentas, muerta.
Me descubro con que pocas cosas me emocionan.
Hoy pensaba también en Iria.
Y me senté en este banco a llorarla.
Me he intentado mantener tan ocupada estas semanas, sin tener tiempo, sin quererme dejar tiempo para llorarla, para echarla de menos, ni para sentir su ausencia.
Que él nunca llamara para preguntar como estaba, tampoco ha ayudado.
Y un día cualquiera, te levantas y te das cuenta de que sigues caminando por inercia.
Por seguir una corriente, que ya poco o nada, me importa a donde me lleve.
Son tantos los pedazos en los que me he roto, en los que he dejado que consiguieran romperme, que ya no consigo recomponerme.
Conoces a alguien y descubrirte no sintiendo nada, es triste.
Aunque no te pidan que lo sientas.
Aunque quieras estar ahí y abrazarla.
Es vacío, lo que hay dentro.
Y aquí, es cuando me doy cuenta de que la frase de: ' lo que no te mata te hace más fuerte, más frío, más hijo de puta' quizás sea cierta, pero yo no quiero las fuerza.
Quiero dejar de ser fuerte.
Recuperar mi inocencia.
Abrazar a Iria.
Tumbarme con ella en la cama y que diga:' no llores mama, hiciste lo mejor'.
Aunque la realidad, es que por la noche, me sumerjo en superficiales sueños, en los que apenas consigo cerrar los ojos.
El ir y venir de las cosas.

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