domingo, 10 de junio de 2012

El tránsito de Venus



Los tránsitos de Venus han jugado un papel importante en la historia de la astronomía. Los científicos y los exploradores planificaron grandes expediciones para observar los dos tránsitos ocurridos en el siglo XVIII (en 1761 y 1769) y calcular la distancia desde la Tierra la Sol. En el actual tránsito, los investigadores podrán saber más sobre el planeta Venus. La nave Venus Express de la ESA, la única en órbita del planeta en este momento, utilizará la luz del Sol para estudiar su atmósfera. A medida que la luz solar se filtra en la atmósfera, se revelan las concentraciones de moléculas de gases a distintas altitudes. Además, este ejercicio servirá a los científicos como experiencia para buscar planetas parecidos a la Tierra, incluso uno que podría ser habitable, fuera de nuestro Sistema solar. Venus supone una excelente representación, ya que es similar en tamaño y masa a nuestro planeta.




El Sol, Venus y la Tierra se alinean en raras ocasiones, debido a que las órbitas alrededor del Sol de nuestro planeta y Venus están ligeramente inclinadas la una respecto a la otra. Los tránsitos de Venus se repiten a pares (con ocho años de diferencia entre ellos ) y con un patrón regular de 121,5 y 105,5 años entre pares consecutivos.




Podemos despedirle hasta 2117.Ha sido un orgullo en una sola vida haber podido contemplar éste fenómeno en dos ocasiones, en 2004 y el pasado 6 de junio.






miércoles, 6 de junio de 2012

Decidido, renuncio a ser adulta.

Con la presente, presento mi renuncia a ser adulta.
He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente.
Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras al agua.
Quiero pensar que los dulces son mejor que el dinero, pues se pueden comer.
Quiero tener un receso y pintar con acuarelas.
Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme cómo llevo el pelo y si me puse poco o un exceso de maquillaje.
Quiero regresar a mi casa, a una comida casera y que alguien esté ahí esperándome.
Quiero recostarme a la sombra de un viejo roble, y contar chistes con mis amigos.
Quiero abrazar a mis padres todos los días y sentir sus abrazos.
Quiero regresar a los tiempos donde la vida era simple...
Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas; y eso no me molestaba, porque no sabía que no sabíay no me preocupaba por no saber.
Cuando todo lo que sabía era ser feliz porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.
Quiero pensar que el mundo es justo. Que todo el mundo es honesto y bueno.
Quiero pensar que todo es posible.


En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado.
Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicio, hambre y de niños violados, de religiones que matan sin piedad y que a pesar de ser ricas siguen pidiendo en nombre de un Dios que nunca vieron y que incluso, quizás, inventaron.
Aprendí sobre las mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte.
Aprendí de un mundo donde saben cómo matar y lo hacen sin ningún tipo de pudor.
¿Qué pasó con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre, porque no entendía el concepto de la muerte, excepto cuando perdía a mi mascota?
Cuando pensaba que lo peor que pasaba era que alguien me quitara mi pelota o me escogiera de último para ser su compañero de equipo o no me invitará a su cumpleaños.
Cuando no necesitaba gafas para leer ni para ver la tele.
Quiero alejarme de las complejidades de la vida y volverme loca, sonreír, con las pequeñas cosas una vez más.
Recuerdo cuando era inocente y pensaba que todo el mundo era feliz porque yo lo era.
Caminaría de nuevo en la playa pensando solo en la arena entre los dedos de mis pies y la caracola más bonita que pudiera encontrar sin preocuparme por la erosión de la tierra y la contaminación de los océanos.
Pasaría mis tardes subiendo árboles y montando en mi bicicleta hasta llegar al parque, sin la preocupación de que me rapten, me violen o algo peor.
No me preocupaba el tiempo, las deudas, o de dónde iba a sacar el dinero para arreglar el coche, pagar el alquiler o la hipoteca.
Sólo pensaría en qué iba a ser cuando grande, sin la preocupación de lograrlo o no.
Quiero vivir simple, nuevamente.
No quiero que mis días sean de ordenadores que me inhiben de salir a la montaña, de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes, ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero en la cartera, ni en el bolso, ni en los bolsillos de mis cazadoras.
No quiero que mis días sean de facturas de médicos, de luz, de gas o de agua.
Quiero volver a recibir y esperar con ilusión las cartas en mi buzón, porque serán mis amigos los que escriban.
No quiero que mis días sean de historietas, enfermedades y la pérdida de seres queridos.
Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños, de la imaginación.
Quiero creer en la raza humana y quiero volver a dibujar muñecos en la arena...
Quiero dormir con mi libro favorito bajo la almohada y creer que al menos, durante esa noche, que podré subir al cielo y saltar encima de las nubes, si planto bien mis habichuelas.
Saltar encima de la cama de mis padres los fines de semana.
Quiero volver a levantarme a hurtadillas los sábados por la mañana para ver Fraggle Rock.
Quiero volver a aplastar todos los tomates de la huerta de mi abuelo y sentarme después con él a comernos los pocos que habían quedado.
Quiero volver a coger una fresa y pintarme con ella los labios.
Quiero despertarme en invierno y que la nieve me cubra hasta la cintura y no tener que ir al cole.
¡Oh, siii! Quiero volver a mis seis años nuevamente... y ya está decidido.