domingo, 1 de septiembre de 2013

Un poquito de mala suerte..

Eso es lo que arrastro desde que comenzó el verano, aunque no estoy segura de si las bases de mi racha de mala suerte comenzaron a forjarse con anterioridad o no.

Éste año, está siendo un año duro, complicado, rebuscado, con miles de cambios y vicisitudes, vaya, lo que en otras palabras se podría describir como un año jodido.

Siempre intento quedarme con las cosas positivas, y seguir hacia adelante (no hay muchas más opciones, o le das al pause si quieres pararte por un rato o al stop si decides bajarte del planeta en marcha...pero ninguna de las dos opciones van conmigo).

Creo que doy la imagen de ser una tía dura, una tía fuerte, de esas independientes, que pueden con todo, y...quizás sea así, pero en muchas ocasiones mataría por un segundo de relax, un segundo de calma y unos brazos en los que caer segura, que me abrazaran sin ningún otro tipo de interés..a veces me cuesta explicarme, supongo.

Comencé el verano, tirada en la calle, mi supuesta mejor amiga...se la cruzaron los cables y acabé con mis maletas y sin un duro en la calle.
Intenté sacar el lado positivo a eso también, ahí realmente vi que mi etapa en Barcelona había finalizado y que personas que creía muy cercanas no lo eran tanto y que otras que pensaba que no lo eran, si lo fueron.
Para arreglar la papeleta, mi querida madre (querida es simplemente una forma de hablar, nótese la ironía) decidió que nuestra relación nunca sería normal (no sé porqué me da a mí que jamás lo fue..pero ese es otro tema) y decidió no darme cobijo ni asilo.
Así que en cuanto cobré la nómina puse pies en polvorosa rumbo a Londres (mi casa hoy, no sé que será mañana).

Además, conseguí una plaza para trabajar en el norte de Londres...bien, mi sueño cumplido.
El sueño duró exactamente un mes, jamás me trasladaron a Camden, porque la clínica jamás abrirá y de mientras yo me he mudado tres veces, por culpa de mi empresa y de su indecisión.
Lo que me ha reportado un verano de discusiones, pérdidas económicas, dolores de cabeza, estrés, mudanzas.
Ok, le sacaré el lado positivo a la situación...conocer a gente genial que comparte tu nivel de locura no tiene precio, el turismo (sobre todo turismo, porque la hora y media hacia el trabajo..eso es algo que se ha de tener en cuenta), los libros inacabados que he podido terminar.

Si sigo con mi terrorífico año, también debería enumerar la cantidad innumerable de especímenes que han parado o pasado por ella.
Aunque en éste caso, la culpa sea mía, porque son situaciones que debería haber visto llegar...en la mayoría de las ocasiones.
Gente que te encuentra interesante y/o atractiva hasta que te lleva a la cama, y luego si te he visto no me acuerdo...dicen que a veces estos personajes planean por la vida de una porque no se valora y/o quiere lo suficiente, prefiero atribuirlo a la mala suerte, a la mala pata y a...poco más, supongo que este tipo de cosas pasan y pasarán siempre hasta que aparezca quién ha de estar, todo pasa por algo ¿no?

Llegado Septiembre, y dispuesta a estrenar un nuevo mes, casi una nueva estación (porque en Londres los cielos comienzan a encapotarse y los días a hacerse más cortos...'winter is coming') decido darle al pause.

Quiero darle al 'pause' y replantearme mis opciones, mi futuro, mirar hacia detrás, evaluar las situaciones, pensar en qué hice mal, porqué y cómo evitar que se repita en el futuro.

Quiero darle al 'pause' y replantearme que es lo que me gusta, como me ven los demás y como realmente me gustaría que me vieran.

Asentarme y echar raíces, estoy cansada de cambiar de casas, cambiar de aires...quiero irme a dormir durante mucho tiempo viendo la misma luna, las mismas estrellas, la misma niebla, la misma forma de llover...(ya sé que nunca nada es igual, pero es mi forma de ver las cosas).

Hace tiempo que además cambie la forma de percibir el 'estar sola', pues el sentirse solo, casi nunca depende de estar acompañado, te puedes sentir solo estando en pareja o rodeado de cien personas...y lo que cambié en mi forma de percibir la situación es que necesito cumplir mis sueños, necesito realizarme, sentirme a gusto conmigo misma...y dejar de expresar mis frustraciones cambiándome el pelo (supongo que esto es algo que poca gente sabe, pero mi pelo varía en función de como me encuentro emocionalmente...así que tan solo hay que sumar para darse cuenta de que en un sólo verano lo cambié al menos cinco veces) o me quedaré calva (y podré añadir una frustración más a mi carácter).

No me gusta la sensación de frustración que en los últimos meses me invade y me corroe por dentro.

Me gustaría volver a no pensar en nada, a que todo fuera como ruedas (sobre todo en el tema laboral) para poder preocuparme por cosas insustanciales como qué tipo de crema me irá mejor para el pelo en lugar de estar preguntándome cuando cambiarán las cosas, de buscar soluciones y no encontrarlas y de no ver un poco la luz al final del tunel (aunque dicen que eso no son más que unas enzimas secretadas por el cerebro ante la deficiencia de oxígeno y que el túnel como tal, no existe..aunque esto es otra historia).

Me gustaría ser capaz de no aislarme, de ser más abierta y de ser capaz de gritar 'help! I need help!' en lugar de comerme mis historias y de digerirlas a base de lágrimas, dolores de cabeza y abrazos a una almohada.

Son cosas que he de cambiar, y lo sé, lo que aún no sé cómo hacerlo.

Nadie se acerca a nadie, por cercano que sea, y le salta toda su ristra de historias, porque en el fondo y en la superficie, todo el mundo tiene sus historias y la mayoría del tiempo, lo que más importa, es que sonrías y que finjas una felicidad absoluta y extrema o que todo te importa un bledo o un pimiento.

Supongo (una vez más) que fue por éste motivo que se creó la figura del psicoterapeuta, un tipo o una tipa a la que pagas para que escuche tus neuras y mierdas varias, que en la mayoría de las ocasiones no te ayuda, le importa un carajo lo que le estás contando y cuya única preocupación es que reserves otra cita y que pagues la actual.

Para más 'inri' cuánto más tiempo paso sola, más tiempo quiero pasar y más me molesta la gente, más intolerante me vuelvo y menos me importan los demás.
En gran parte es debido a que desde hace once años (año arriba, año abajo) me he visto obligada a sobrevivir, si quería salir hacia adelante, la única mano, el único apoyo con el que he contado, he sido yo misma...algo que me está convirtiendo en una ermitaña, a la que la encanta rodearse de gente, conocer a gente...pero que disfruta muchísimo más de pasar tiempo consigo misma que con cualquiera tomando un café.

Decepciones, golpes, guantazos, portazos en la cara, negativas, largas...son las culpables de quién soy hoy en día.

Quedan veinte días para que acabe el verano, a ver qué más ha de pasar y...ojalá el invierno llegue pronto.

De mientras yo continuaré con mi propia y efectiva terapia, la música..es la única que jamás me abandona.