Recuerdo a mi madre o a mi abuela, cocinando durante horas, a fuego lento, para que el sabor penetrara en los alimentos, despacio, sin prisa, pero sin pausa.
A veces, las cosas no se cocinan a fuego lento.
Vivimos en un mundo rápido, dónde un parpadeo puede hacer que te pierdas el comienzo o el final de una gran o desdichada historia.
Nos bombardean las noticias, los mensajes, la información...todo va demasiado rápido ¿no?
Comida rápida, sentimientos rápidos...que no llegan a penetrar del todo, que no llegan a dejar ni la semilla.
Coge una silla.
Siéntate.
Respira.
Observa.
A veces mirar...no es suficiente.
Piensa.
Conoce.
Sonríe.
Ahí está.
¿Ves?
No era tan difícil, sólo había que dejar que se cocinara a fuego lento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario