martes, 11 de diciembre de 2012

Cambiar de cielo no te cambia el alma

Empezar un razonamiento suponiendo algo, carece de total lógica y argumento, teniendo en cuenta que las suposiciones no son verdades al ciento por ciento, y muchas veces están manipuladas, o lo que viene siendo lo mismo, son subjetivas.

Me habría gustado tener tiempo para poder hacer lo que llaman un 'estudio de mercado' pero como sólo conozco la experiencia propia, la mía, es de la que hoy escribo.

Muchas personas creen que soy valiente, que soy afortunada, que he pegado el salto justo antes de que el barco se hundiera, que estoy a salvo.
Pues bien, estáis equivocados.

Porque todos esos argumentos son válidos cuando lo haces por propia voluntad y no obligado, cuando no te queda otro remedio.

Cuando hace casi seis años me marché de Burgos, me fui a Barcelona por amor, no por un amor físico hacia nadie, me fui porque desde que tengo uso de razón, estoy enamorada de esa ciudad, de su gente, de su cultura, de su clima y de sus costumbres.
Cuando emigras por amor, todo es más sencillo.
Duele dejar atrás a los tuyos, separarte o distanciarte, pero mucho menos.

Cuando hace siete meses tomé la decisión de marcharme a Inglaterra, no fue por un profundo amor a la tierra del guionista Shakespeare, no fue por amor a ningún inglés (dios me conserve la vista y el sentido del humor, antes de enamorarme de ningún orco local...y si así lo hiciera, recordarme éstas líneas) me fui por obligación, porque desde hacía seis años, no me quedaba otra, que largarme durante cinco años.
Lejos.
Si me hubiera ido por amor, no regresaría cada mes o dos meses a Barcelona...¿qué se me habría perdido allí? Anda que no hay mundo por recorrer...
Tampoco emigré para estudiar, ni para mejorar mi inglés (que ya era bueno)...pero no soy idiota, y ya que estoy, pues vamos a conseguir cosas y en definitiva a ocupar el tiempo.
Porque lo que si soy es una superviviente, camaleonica y me adapto a los problemas y a las circunstancias y las enfoco del mejor modo que puedo.

Aunque a veces me equivoque.

Durante éste tiempo, muchas personas me han dado de lado, me han abandonado o como en otras ocasiones, he sido yo, la que simplemente ha seguido su camino.
Pero, cuando más sola me he sentido, ha sido cuando he vuelto a la que para mí es mi casa.
La gente siempre te saluda despidiéndose, con un 'cómo tu ya no vives aquí' o 'tu solo vienes de fiesta' ' solo vienes para divertirte'.

Se nota que no son ellos, los que se suben al avión de vuelta en lágrimas, se nota que no son ellos los que conviven consigo mismos 24/7 y que posiblemente jamás se han escuchado por dentro, lo que realmente desean, necesitan o anhelan.

Y siempre es más sencillo envidiar al de al lado y exportar la culpabilidad o la frustración al que está delante.

En otras ocasiones ya no sé si es envidia o simplemente ignorancia.

Lo que si sé es que las cosas siempre son más sencillas, si en lugar de asumir que hay distancia, se intenta evitar.

Hay dos preguntas que no supongo y que si me cuestiono:
¿Es tan complicado no complicar la vida?
¿Es tan complicado no complicarle la vida a los demás?

Lo mejor es que ha llegado un momento en el que no me arrepiento de haberme marchado, estoy orgullosa de mí misma, estoy consiguiendo cosas, creciendo como persona, viviendo una experiencia increíble (sin necesidad de entrar en gran hermano), conociendo a gente de muchísimos países y culturas diferentes, y lo que es más importante, me estoy dedicando tiempo a conocerme, a saber lo que me gusta y lo que no, y haciendo algo que hacía mucho que no hacía, disfruto de la vida, viviendo.

Soy consciente de mi posición y de dónde me encuentro, y...soy feliz.

Porque cambiar de cielo no me cambia el alma, pero si me hace grande, como persona.



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