sábado, 18 de agosto de 2012

Le tengo pánico a la muerte

Hace ya algo más de dos años y medio, murió mi hermano.

Hace cuatro años, murió mi abuelo.

Hace dos años murió mi tío.

Sé que no son datos importantes si se tiene en cuenta que cada semana se muere un millón de personas en el mundo.

Que en alguna semana, por simple estadística, o toca a alguien que conoces, o a algún familiar cercano o quién sabe, quizás a ti o a mi.

Pero, desde que pasó lo de mi abuelo, me atormentaba la idea de morirme, hasta que ocurrió lo de mi hermano, de repente...desde entonces me aterra.

Suelo tumbarme en la cama, sobre todo en las noches de insomnio, cierro los ojos y lo pienso.

Pienso que quizás mañana no me despierto, que hoy ha sido mi último día y como será cuando ya no esté.

Porque está claro que un día no estaré.

En ese momento, las palmas de mis pies y manos, comienzan a sudar, un sudor frío que me recorre la espalda y que hace que se erice hasta el último de mis pelos.
Pero no solo eso, noto como mi pulso se acelera, mi corazón comienza a galopar en lugar de a palpitar, me dan calambres en las manos y una intensa sensación de ahogo y ganas de llorar se apoderan de mi.

Llegó también el día en que sintiéndome un bicho raro, lo busqué en internet, busqué si había más personas a las que les pasaba como a mí, y así era, no era la única.

Intenté hacer con estos pensamientos como cuando pasas canales en la televisión que no te interesan (Sálvame en telecinco, por ejemplo) hasta que llegas a uno que te encanta y te relaja y te olvidas.

Soy consciente de que mi día llegará y no sé si será hoy, será mañana, o será el mes que viene.

Lo cierto, es que intenté perderle el miedo y hacer todo lo que quise siempre hacer, no quiero quedarme en casa esperando a que venga a por mí, con una interminable lisa de cosas por hacer.

Lo que no me gusta en mi vida, lo cambio, o al menos lo intento.

Aprendí a no sentirme un árbol, tengo dos pies y puedo hacer con mi vida lo que, entre comillas, quiera.

Leí una cita de Steve Jobs, que decía:

Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo parecido a “Si vives cada día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo correcto”. A mí me impresionó y desde entonces, durante los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me pregunto: “Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?” Y cada vez que la respuesta ha sido “No” por varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.”

Supongo que eso es lo que me hace levantarme cada mañana, mirarme al espejo y decir, No, aún te quedan cosas por hacer, salir y decirle a mi novio que le quiero, darle un beso y salir ahí fuera con una sonrisa.

Trabajaba en un hospital, cada mañana me levantaba y pensaba no quiero ir, pero iba, fui durante dos largos años...sin embargo, las demás cosas no las toleraba si no me gustaban...


Ahora lo he cambiado, pero miro al pasado y siento vergüenza por haberlo soportado, otros dirán que me ha ayudado a madurar y a crecer como persona y bla bla bla...yo solo siento que perdí un tiempo maravilloso, a pesar de las muchas cosas que aprendí, perdí tiempo, salud y vida.


A los que siguen en la situación en la que yo estaba y pueden salir, solo me queda decirles que no son árboles.


Y que si todos tenemos el mismo fin, solo hay un modo de celebrarlo.





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