jueves, 11 de abril de 2013

Añoranza

Llevo unos dias echando de menos vivir en la aldea de Shakespeare.
Increíble.
Pero cierto.
Supongo que es porque aquí aún me estoy adaptando.
Y porque a pesar de adorar Londres, la gente, como en todas las grandes ciudades, es fría, va a la suya y es complicado entablar amistades.
No echo de menos ir a dar de comer a los patos o..quizás si.
Sentarme a la orilla del río o ir al pub y contemplar como caminan los turistas y locales.
Aqui el clima es diferente.
Es rápido e impersonal.
También echo de menos a mis compañeros del trabajo, a mi compañera de piso...
Ayer fui a comprar.
Habia comida polaca y creo que la compre solo por recordar viejos momentos con ella.
Compartiendo bombones que le enviaba su padre o probando nueva comida, típica de su país.
Una vez, intente que probara jamon serrano, me miro como que fuera una canibal.
Supongo que es aquello de las diferencias culturales.
Hasta que no estas fuera de casa, son invisibles.
Invisible, un poco, tambien lo soy yo.
Pero esa es otra historia.

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