jueves, 20 de marzo de 2014

Llorar, Llorar y después, volver a llorar.

Hoy me he despertado llorando.
A lágrima viva.
Con un pensamiento en bucle.
Si no me quiere ni mi propia familia, como va a quererme nadie.
El problema no son los demás, el problema soy yo.
Y mi pensamiento, lo dignifica a él, lo santifica y me demoniza a mí.
Y no paro de pensar y pensar y pensar.
No hago otra cosa.
Porqué yo.
Porqué todo este sufrimiento.
Porqué nadar contra la corriente.
Porqué y para qué, mostrar mi cara real, sin caretas, sin queda bien de por medio, cuando todo el mundo, lleva una.
Estoy cansada.
Siento que he dado todo por alguien y estoy vacía.
Siento que se ha llevado con él, lo que tardé años en construir en mí.
Y me siento estúpida.
Creo que pensaba que no le había dejado acceder tan lejos en mi interior.
Pero, ahora me doy cuenta, de que estoy equivocada.
Cedí ante sus exigencias, de elefante en una cacharrería, y sin darme cuenta, me abrí.
Le enseñé a mi niña interior.
Le enseñé mis sueños.
Le enseñé como era yo.
Y lo peor, le enseñé mis miedos.
Mis frustraciones.
Las cosas que podían matarme por dentro.
Le confíe la llave y...me desmanteló por dentro.
Se lo ha llevado todo.
Las risas.
Las esperanzas.
Los sueños.
Las ganas de seguir adelante.
Las metas.
Las ilusiones.
No queda nada en mi.
Siento que hubiera pasado un tornado por mi interior y hubiera reducido mi casa, con todo lo que había dentro, a escombros.
Él pretendió ser alguien que no era.
Y yo le idealicé.
Le creí perfecto en su imperfección.
Le otorgué poderes que no tenía.
Le otorgué valores que no poseía.
A fin de cuentas, solo es una persona.
Como yo.
Me siento muy mal.

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