martes, 4 de septiembre de 2012

Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes..

Cuando él llegó a casa, el otro día, agotado del trabajo, antes de sentarse a cenar, tomó su mano y dijo, tengo algo que decirte..
Ella se sentó y comió callada, triste.
La observó y vio el dolor en sus ojos y sus lágrimas.
De pronto, no sabía como abrir la boca, pero tenía que decirle lo que estaba pensando: ' quiero el divorcio'..
Ella no parecia estar disgustada con sus palabras y suavemente le preguntó ¿porqué?
Él no respondió, esa noche no hablaron más.
Ella solo lloraba.
Él sabía que ella quería saber que era lo que estaba ocurriendo, pero era un cobarde y no quería confesarla que había perdido su amor porque él, ahora amaba a otra mujer...no sabía como decírselo.
Él ya no amaba a su mujer, ahora sólo le daba lástima.
Con un gran sentido de culpabilidad, él escribió un acuerdo de divorcio, en el que la dejaba la mitad de las posesiones, una pensión para el niño y el coche.
Ella lo leyó y lo rompió en mil pedazos, llorando.
Habían pasado 10 años juntos y de pronto, eran como extraños.
No se conocían.
Él sentía lástima, por todo el tiempo perdido, las ganas y las ilusiones.
Pero ya no podía cambiar nada, él ahora amaba a otra mujer.
De pronto ella empezó a llorar y a gritar para desahogarse.
Esto solo hizo que él tuviera aún más clara la idea del divorcio.
Por esto, era por lo que no la quería.
Al día siguiente, él llegó a casa y no cenó,estaba muy cansado de pasar todo el día con la otra mujer.
Ella escribía en la mesa.
Él no se molestó en mirar qué escribía.
Él se despertó a media noche y vio que ella seguía escribiendo.
Cuando se levantó por la mañana, ella le presentó sus condiciones para el divorcio.
Tendría que actuar durante un mes como si nada hubiera pasado jamás entre ellos, como si todo estuviera bien y él jamás le hubiera planteado un acuerdo de divorcio, cada noche tendría que llevarla en brazos del comedor a la habitación, como el día en el que se casaron y sobre todo, no debería decirle nada a su hijo.
A él le pareció una tremenda broma y así se lo contó a la otra mujer, que histérica de lo absurdo que le parecía le animo a seguir las directrices de la aún, todavía, su mujer.
No tenían ningún tipo de contacto desde que él presentó la intención de divorciarse, así que el primer día ambos se sintieron mal con la situación.
Pero su hijo caminaba detrás aplaudiendo, loco de alegría, viendo como su padre cargaba en brazos a su madre.
Ella le susurró al oído que por favor no le dijera nada al niño sobre lo del divorcio..y aunque se sentía mal..así lo hizo.
El segundo día, ambos estaban más relajados, él había olvidado su perfume, y como le acariciaba el cuello...y lo ligera que era.
El tercer día el descubrió lo que estos diez años de convivencia han hecho en ella, se la veía agotada, cansada, con alguna cana, alguna arruga y sobre todo, muy muy delgada.
Ella empezó a arreglarse para que cada día su marido la llevara en brazos.
Pero los vestidos le estaban muy grandes, se había adelgazado mucho.
De pronto, él dejó de tener interés en ver a la otra mujer, porque recordaba lo que había sentido la primera vez que la había llevado en brazos, lo que sentía y lo que la amaba y nada de lo que había hecho tenía sentido.
Ver a su hijo emocionado, sentir el contacto con su mujer, su perfume..¿porqué había hecho lo que había hecho?
Así se lo dije a la otra mujer, y ella de un portazo y con lágrimas en los ojos, cerró su historia.
Él corrió a la floristería más cercana a por el ramo más grande de margaritas que hubiera en la tienda.
¡Amaba a su mujer!
Cuando llegó a casa, la encontró muerta en la cama.
Su mujer estaba pasando por los últimos coletazos de un cáncer terminal.
Él no sabía nada.
Por eso ella le había pedido un mes, no quería que su divorcio fuera algo traumático para su hijo.

'No sabemos lo que tenemos, ni lo valoramos hasta que lo perdemos'


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