martes, 29 de abril de 2014

Cobarde

Esa es la palabra que ronda mi mente.
Maldito y triste cobarde.
Pudiendo tenerlo todo, optó por huir como una rata.
Porque eso es lo que es, una triste y jodida rata.
Una rata que no acepta que yo pueda tener amigos varones.
Amigos a los que se refiere como 'servicio a domicilio'.
Vamos a ver, maldito idiota, me dejaste.
¿Te jode que haga nuevos amigos?
¿Qué conozca a chicos?
¿Qué pueda aparecer un potencial ligue?
Me vas a disculpar, pero con todo el respeto del mundo, te jodes.
El lunes descubrí, que estaba embarazada.
Sí, embarazada de la misma rata cobarde que al aterrizar en Londres el pasado 9 de marzo me dejo tirada en mitad de la calle en Camden.
Sí, de ese mismo.
Crei que lo normal y lo correcto, era avisarle.
En serio, pensé que era lo mejor.
Y apareció en mi casa, con una sarta de mierdas envueltas en te echo de menos y te quiero pero no te quiero como pareja.
¿En serio?
Debes estar de broma.
Estoy yo aquí, de hormonas hasta arriba y me vienes con esta porquería.
Y además me magreas o lo intentas.
Y vas de amigo mío.
Poco o nada te importa que yo no quiera ser tu amiga.
Y aún menos que te llame por un asunto y tu sólo sigas pensando en la puta pareja.
El martes voy al médico, me toca a mi decirte que creo que está mierda es de ambos y que has de estar ahí.
Llegas y tarde.
Me intentas comprar con dinero.
Que me pagas unas vacaciones a Barcelona.
Y sino, la psicoterapia.
Vaya.
Parece que hay alguien al que desde pequeño le han enseñado que en esta vida todo se arregla a golpe de talonario.
Pues déjame decirte algo, a mi, tu sucio y cochino dinero no me compra.
Porque sí hay algo que me importa poco en esta vida, es el dinero.
Digo que creo que lo mejor es abortar y me sales con que no quieres eso.
Que nunca has estado en nada como esto antes, con tanta responsabilidad, que tu quieres que lo tenga, que incluso me pasarías dinero.
Pero que no podrías ser padre de fin de semana.
Te marchas indignado porque yo soy incapaz de mantener las formas dos horas y acabo por explotar y diciéndote cuatro verdades a la cara.
Te molesta la verdad y te largas indignado.
Te mandó un mensaje diciéndote que no quiero verte más, recuerda que esto es el martes.
Y te importa poco o nada, porque respondes que quieres pasar por esto conmigo, porque me quieres.
¿Me quieres? ¡Ja!
Llega el jueves.
Vuelves a mi casa.
Me sales con que habrías querido regalarme una rosa por sant Jordi.
Que el viernes te quieres quedar a dormir.
Te digo que ambas cosas son incómodas.
Que no lo hagas.
Intentó ser sensata, mantener la compostura.
Y tu, tu te saltas todas las barreras del respeto.
Una tras otra.
Tan sólo buscaba darte la manga ancha suficiente para que reaccionaras.
Para que decidieras.
En el camino, me sueltas que quizás esto ha pasado porque debemos estar juntos y tirar juntos hacia delante.
Me abrazas y dices que vamos a ser tres.
Llega el viernes y te quedas a dormir.
Da igual que yo no quiera.
Me ves vomitar.
Me ves con náuseas.
Me ves jodida.
Bromeamos.
Reímos.
Creo que puedo confiar en ti, me rindo y te abrazo, buscando protección.
Te beso.
Me duermo.
¿Y que me encuentro por la mañana?
Que intentas aprovecharte de la situación y de mi, para acostarte conmigo.
Que ya me has quitado los pantalones del pijama mientras dices que es una mala idea.
Sí es una mala idea ¿que coño estas haciendo?
Y yo, con mi cabeza a doscientos por hora.
A mil por hora.
Me siento morir.
Me siento usada.
Me siento utilizada.
Siento que no me respetas.
Siento que no me quieres.
Me tomo no una, sino dos tilas.
Me marcho a la cama de mi amiga, porque la sola idea de tumbarme contigo después de lo que ha pasado, me repugna.
Vienes a buscarme.
Con la falsa promesa de que vas a marcharte.
Y cuando te digo que qué mierda ha sido eso que ha pasado, me sales con que es que yo te había abrazado primero.
¿Perdona?
soy tu ex, estoy embarazada, estoy hundida, estoy deprimida, estoy de baja que no voy al trabajo.
En qué puta mierda de momento has pensado que yo buscaba algo más en ti, más allá de la protección, el cariño y la comprensión.
Encima te digo que no quiero acostarme con nadie que no quiera estar conmigo y callas como un cabron.
Te lo digo y dices que es que no sabes lo que quieres.
Hay silencios que hablan sin palabras.
Y aunque a ti te gusta hablar y cumplir muy poco, como a los argentinos o los italianos, a mi ya no me engañas, te tengo calado.
Te despides dándome un beso en la cabeza.
Primero intentas acostarte conmigo, y luego vas en plan paternal.
Te mandó un mensaje que has de pensar las cosas, lo que tu quieres hacer.
Y llegas hoy, y me dices que lo mejor es abortar.
Pero eh, vamos a pasear a un parque y luego al cine.
En qué puta cabeza enferma entra que yo quiero pasar tiempo contigo después de lo que ha pasado.
Que alguien me lo explique.
Te pido que no vengas el martes.
Que no quiero que vayas.
Y como siempre, te la suda.
De mientras, yo me he vuelto loca a buscar ayudas, charities y soporte.
Porque quiero ser madre.
Quiero tener un niño.
Y he pensado mil las cosas.
Mientras que tu, sólo has aparecido para marearme.
Has aprovechado la excusa del embarazo, para marearme e intentar que las cosas vayan a tu merced.
Que tengas en mi una folla amiga.
Pero te has equivocado, chaval.
Me quiero, me amo y me respetó lo suficiente como para decir que no a la mierda que me ofreces y decirte que no a ti.
Fui la primera que dijo que no podía basar el estar contigo en estar embarazada.
No lo quiero.
No quiero que nadie me quiera así.
Y tu es lo que ofrecías.
Aunque bueno, has ofrecido tantas cosas, que ya no se, lo mismo, no lo sabes ni tu.
Está es una nota para la Amalia del futuro.
Amalia, lo intentaste.
Lo probaste.
Hiciste lo que pudiste, pero sola no podías llevarlo acabo.
Hiciste todo lo que estuvo en tu mano.
Y lo mejor, fue decir que no.
Porque te condenabas a una vida de sufrimiento y dolor, a ti y a tu hijo.
Habrá más oportunidades de ser madre.
Serás una madre fabulosa.
Y la persona que esté a tu lado, realmente te querrá, valdrá la pena y será un hombre, no sólo por la edad del DNI sino porque dará los cojones por ti y por la relación.
No será un cobarde.
Porque esto debe recordarte a ti, que hoy, se han terminado los cobardes en tu vida.
Y que eres una mujer valiente.
Que eres especial.
Y que, en definitiva, la miel nunca estuvo hecha para la boca del cerdo.
Y ¡ah! Al final te fuiste al cine, pero con amigos de verdad.
Y te plantaste.
Dijiste hasta aquí.
Tarde, tras mucho sufrimiento y dolor, pero al final le echaste cojones y le mandaste a la mierda.
Adelante.
Sigue adelante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario